5 enseñanzas de mi año más difícil

Abrir, identificar, disfrutar, cuidar y construir los verbos que me levantaron en el año del Covid-19

A finales de cada año tengo la disciplina de hacer un recuento de lo vivido y logrado. Esto me sirve para trazar mis sueños y objetivos para el siguiente período. En diciembre de 2019 definí que mi palabra para el año venidero sería gratitud, sin saber que sería el término adecuado para el año 2020.

Inicié el año llena sueños y metas claras. Sabía que sería un año diferente en mi vida.  Venía de un proceso de cambio que duró tres años, terminaba mi etapa de crianza de hijos, cambiaba la perspectiva de la forma de trabajar y me mudaba a vivir a donde siempre había soñado y querido. Calidad de vida y tranquilidad era la aspiración.

Los primeros dos meses fueron de aire fresco y realización propia, pero en marzo todo cambió. No podía salir libremente, socializar ni ver a mis seres queridos. La prioridad se volcó en cuidar mi salud como nunca lo había hecho. El 4 de abril pasaría un golpe muy fuerte que me dejó fuera de base: el fallecimiento de mi hermano. Un ataque al corazón a sus 45 años cortaba abruptamente su vida. Él vivía fuera del país y la experiencia del último adiós fue virtual, creo que por las circunstancias todavía estoy en el proceso de asimilación.

En esta etapa mi hija se unía a su hermano para estudiar la universidad y forjar su propio camino fuera del país. Así que de pronto entraba a la etapa del famoso nido vacío y aunque había escuchado sobre él, no es hasta que lo viví que entendí la conmoción que causa. Nadie está preparado para esto, toca experimentarlo y buscar maneras para sanar y cerrar el círculo.

Puedo escribir un libro de todas las dificultades que viví este año. Sin embargo, si profundizo en lo que significó puedo decir que aprendí a soltar, finalmente comprendí que uno no tiene control de nada más que de sus propias acciones, que hay momentos en la vida que toca decidir si te quedas estática presa del miedo o enfrento con valentía mis miedos y doy un salto al vacío lleno de fe y seguridad en mí misma reconociendo que estoy llena de talentos y recursos. Es como un cubo de hielo, te quedas dentro del vaso para desvanecerte o te derrites con un propósito. La vida te cambia en un pensamiento. Eres lo que eliges ser hoy.

Lo que me ayudó para superar este año fue pensar y vivir todo el tiempo en GRATITUD. Tengo una fuerte red de apoyo: mi familia y mis grandes amigos, quienes fueron claves para sobreponer y reinventarme; me apoyaron y guiaron incondicionalmente.

¿Cómo logré avanzar? Este año lleno de amor puse en práctica la conexión con mi interior y mi esencia:

– Abrir la mente a nuevos pensamientos. Escuché más de 600 artistas nuevos, asistí a lives de diferentes personas en diferentes disciplinas, desde un chef hasta expertos en digital commerce.

– Identificar y utilizar recursos. Asistí a webinars sin costo, escuché más de 5 mil minutos de podcast. Mi objetivo fue tener la mente ocupada.

– Disfrutar las cosas sencillas de la naturaleza. Dediqué tiempo y atención a observar la naturaleza con intencionalidad: pétalos de las rosas, cómo vuelan los colibríes, cómo hacen erupción los volcanes, los colores del amanecer y atardecer que son una obra de arte que sucede en vivo.

– Cuidar mi salud mental. Me aseguré que cada experiencia aportara y fuera positiva para mi vida: lo que veía, escuchaba y leía. También tomé en cuenta a un experto para mi salud mental.

– Construir una red de apoyo. Un equipo de personas que esté contigo siempre es indispensable. ¡Corre a construirla ya!

Cree en ti, da saltos de fe; no solo define tu palabra del año, sino además vívela con mucha pasión. Sé congruente todo el tiempo, ¡lo que digas hazlo!  El año Covid-19 es el año donde más he avanzado, dejé atrás miedos y creencias arraigadas por años.

Me encantaría que más personas crezcan internamente y por ello he compartido mis aprendizajes. Dedícate tiempo. Pregúntate ¿Cuál será tu palabra para el 2021? Piénsala, siéntela ¡será el mejor regalo que recibas!

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